En la inauguración de la
5ta muestra sobre su obra en el Palacio de Bellas Artes de México D.F, y que
incluyó 177 piezas entre oleos, acuarelas, dibujos y esculturas, Fernando Botero
dijo: no he pintado una sola gorda en mi
vida. El colombiano acepta la influencia de los muralistas mexicanos y de
la pintura italiana del Renacimiento en adelante. Según él, los italianos
inventaron la sensación de espacio, volumen, profundidad, en una superficie plana.
Así como Vincent van Gogh y Henri Matisse
se obsesionaron exaltando el color, Fernando Botero se obsesionó por el volumen
y las formas sensuales. Pero que hay un escuadrón de gordas, sensuales o no, en
su obra, no es algo que Botero pueda negar. Ya sabemos que no es una negación a
rajatabla, que un artista juguetea con sus palabras, que puede tomarse ciertas licencias, digamos estilísticas
en el uso del lenguaje, y que no es infrecuente la parábola, incluso en la
expresión oral. Tras el ingenuo destape de los sucesos en la cárcel iraquí de Abu
Ghraib, a Fernando Botero se le ocurrió pintar acerca del acontecimiento, sin
alegorías de ningún tipo. No me puedo
quedar callado, fue la sentencia que utilizó – profunda como charco
callejero – cuando le preguntaron ¿por
qué? La más certera de las expresiones verbales que esgrimió fue la
siguiente: fue un chispazo de rabia. Irónicamente,
Botero donó la colección completa sobre Abu Ghraib a la Universidad de
California, y fue aquella quien la prestó generosamente a México para que la
5ta Muestra sobre la obra de Botero sonara por todo lo alto en el Palacio de
Bellas Artes del D.F. Meses después el artista colombiano declaró en Medellín: El
mundo está lleno de injusticia, uno pasaría la vida haciendo declaraciones en
contra. El oficio del pintor no es
permanentemente mostrar esa injusticia. A vec
es hay cosas tan impresentables como la tortura o como la violencia que ha habido en mi país y uno hace una obra. Pero digamos que el oficio del pintor es pintar bien. Entonces, la cultura de un país se enriquece con el aporte artístico. Parece que el chispazo de chispazo no pasó. Menos mal.
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