sábado, 4 de junio de 2011



Del teletrófono al celular a la caverna mental.

Hablar por teléfono celular puede causar algún tipo de cáncer cerebral, según informes – ¿amorfos? – e información reciente. Supongo que para llegar a la dosis cancerígena de conversación telefónica satelital, habrá que amarrarse el aparato a la oreja – izquierda/derecha o la del remedio en caso de que falte alguna –, dormir con él ahí, y apoyar la cabeza en el costado inverso para conciliar el sueño. Dado el exiguo tiempo que al artefacto comunicador dedico, la noticia me resbala, pero me agrada. Y no es que mal quiera yo a la humanidad, sino que fastidia tanta enajenación pro tecnología. Así es que también sería grato escuchar que el artilugio provoca metástasis por el uso extensivo de cualquiera de sus otras funciones: enviar mensajes de texto, navegar en Internet, escuchar música, chatear, ver/tomar videos o fotos, desvariar y mantenerlo en la mano aunque no se esté haciendo algo útil o inútil con él, o un sinónimo de dos palabras: comer mierda. Esta última aplicación, aderezada con una dosis a veces repugnante de cualquiera de las otras, es la de uso más extendido en Costa Tica, y estoy seguro que las dimensiones del performance rebasan la linea costera nacional y clasifican en la categoría de formato global. Zombie es término y trato amable, como definición y modales, para apiñar a aquellos homo sapiens sapiens que perdieron el hábito de caminar con la cabeza erguida y los brazos oscilando a los lados del cuerpo desde que a sus manos llegó un teléfono móvil. La oración anterior es válida también para los enjambres que conducen un vehículo al estilo lagartija: con un ojo taladrando el celular, otro sobre la carretera, ¡y vaya usted a saber en que condiciones viaja el tercer ojo! Los especímenes satelitales que viajan en el asiento contiguo y trasero – ¡del vehículo! – o en los asientos de las rutas urbanas, pendientes del inalámbrico, no clasifican entre los lagartíjicos porque llevan los dos ojos cosidos al teléfono. Los vericuetos del chirimbolo son, para esta laya de mortales, asunto más importante que la vida que pasa, fluye y se escurre de prisa junto a ellos. Adictos a la tecla touch y a la mecánica sin flujo ambiental ni fluidos corporales, van de vuelta y a paso doble hacia el Australopitecos, ahora en versión IPhone cuarta generación o inventos similares.

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