jueves, 14 de marzo de 2013

Culinarias.


Culinarias.
        Ya tenemos papa en la sartén del Vaticano. Y en la olla de presión sudamericana dice Nicolás Maduro, plantilla del metro de Caracas y hoy jefe de gobierno en Venevisión, que probablemente no podrá tutankamearse el cuerpo de Hugo Chávez. Según aquel que apellido de fruto a punto de dentellada tiene, sería una verdadera lástima, pues no solo la real familia pidió la mortificación eterna del difunto, sino que hubo solicitudes con intención similar – incluso por escrito, con folio seco y extensísima firma de media página, como corresponde – emitida por alguno que otro entre los mandatarios presentes en el velorio presidencial. Digo yo que si alguno entre los allí presentes se atrevió a pedir semejante cosa, sería porque alguien más no se atrevió a tanto. A una, otra. Digo yo. Y si Maduro tomó la guardarraya del disecado fue porque le dio la gana, porque así lo quiso él; así es que ahora no venga con cuento chino, con esa impronta de locutor de radio complaciendo peticiones. De todas formas, dado que al parecer le quedaba grande la camisa de cobrador en el metro de Caracas, tal vez en el cargo de locutor de radio le queda mejor la ropa que en el que ahora ocupa. Y creo que Maduro ya se dio cuenta.

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