Culinarias.
Ya tenemos papa en la
sartén del Vaticano. Y en la olla de presión sudamericana dice Nicolás Maduro,
plantilla del metro de Caracas y hoy jefe de gobierno en Venevisión, que probablemente
no podrá tutankamearse el cuerpo de Hugo Chávez. Según aquel que apellido de
fruto a punto de dentellada tiene, sería una verdadera lástima, pues no solo la
real familia pidió la mortificación eterna del difunto, sino que hubo solicitudes
con intención similar – incluso por escrito, con folio seco y extensísima firma
de media página, como corresponde – emitida por alguno que otro entre los
mandatarios presentes en el velorio presidencial. Digo yo que si alguno entre
los allí presentes se atrevió a pedir semejante cosa, sería porque alguien más
no se atrevió a tanto. A una, otra. Digo yo. Y si Maduro tomó la guardarraya del
disecado fue porque le dio la gana, porque así lo quiso él; así es que ahora no
venga con cuento chino, con esa impronta de locutor de radio complaciendo
peticiones. De todas formas, dado que al parecer le quedaba grande la camisa de
cobrador en el metro de Caracas, tal vez en el cargo de locutor de radio le
queda mejor la ropa que en el que ahora ocupa. Y creo que Maduro ya se dio
cuenta.
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