miércoles, 26 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses. (X y final)



Crónicas castrenses. (X y final)
        No vive un pueblo de romántico desaliño, de promesas, de sacrificios inenarrables en pos de un futuro que nunca llega. No vive un pueblo de barbas sin arreglar desde hace más de 50 años, de greñas al viento que hoy parecen más los pelos de una escoba vieja que lo que antaño fueron. No vive un pueblo vestido de verde olivo para toda circunstancia. No vive un pueblo que no se regenera, que se desangra por cualquier orilla, por cualquiera de sus aeropuertos a como dé lugar y contra todo riesgo. No vive un pueblo de la diatriba constante de sus regidores, ni de traiciones. No vive un pueblo del castigo brutal de sus gobernantes. Una nación, un pueblo que bajo esas circunstancias discurre, si acaso – apenas por estática milagrosa – sobrevive. “Fiel” Castro es un documental del cineasta cubano Ricardo Vega, hoy exiliado en Francia. Haciendo una pedestre culinaria comparación diría yo que si un pedazo de pollo fuera el film, habría que chuparle hasta los huesos. Buena parte del material de archivos que lo conforma fue sacado clandestinamente de Cuba. Lo que ahí se verá, y sobre todo, se escuchará, no son precisamente las palabras de algún improvisado “desafecto” a la revolución cubana. Je le raconte comme ils l´ont raconté, así comienza la película; no pasemos por alto ese detalle. Ojalá quien esto lea disponga de los 51 aleccionadores minutos que dura el documental. Para botón de muestra tenemos, por ejemplo, los 44 segundos que transcurren del minuto  43:00 al 43:44, agréguele a esas palabras  la humildad de los gestos y ya verá que rico pastel sale de ahí. No sobra cerrar con una máxima de José Martí: cuando los pueblos emigran, mal van los gobiernos. Y otra, de vox populi dirigida a los amantes de la utopía desecha: cuando no sabes, mejor te callas.
 


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