sábado, 28 de febrero de 2009

Chiquita.

Una novela es un espejo que paseamos a lo largo de un camino, definiría alguna vez Stendhal, seudónimo de lujo de Henri Beyle (1783–1842), uno más entre los escritores franceses de peso pesado, interrogado sobre una de sus obras cumbre : El rojo y el negro (1830). La tensión – in crescendo – que genera el enfrentamiento psicológico entre el joven Julien Sorel y la señora de Renal, dejaría profunda huella en la literatura posterior. Y no conforme con tanta grandeza, Stendhal colocaría también, como botón de muestra y sentencia para los siglos futuros, la pincelada de tan soberbia frase : una novela es un espejo que paseamos a lo largo de un camino. No importa el siglo o planeta en que se escriba, eso es una novela.

Antonio Orlando Rodríguez, periodista y escritor cubano radicado en los Estados Unidos, sorprendió a la concurrencia con la publicación – nada menos que como Premio Alfaguara 2008 ¡! –, de su novela Chiquita. Conocido en la cofradía y en la junta de lectores como autor itinerante tanto por sus desplazamientos geográficos como por sus desplazamientos en la estatura de los consumidores, (Cuentos de cuando La Habana era chiquita, Concierto para escalera y orquesta(Lit. para niños y jóvenes), Aprendices de brujos (Novela para adultos)…), luego de varios años de investigaciones y apuntes logró concretar Chiquita en un cuerpo trabado, y decidió, sin nada que perder, lanzarse al vacio en la convocatoria del Alfaguara, para aterrizar con gravedad cero y sobre colchón de plumas.

Conocedor o no de la frase de Stendhal, Antonio Orlando Rodríguez agarró el espejo por el marco y sin complejo alguno lo sacó a pasear. La segunda mitad del siglo XIX cubano y los albores de la República desde el reflejo que dejaba en su bahía la Ciudad de Matanzas, Chiquita y su entorno familiar, la Feria Panamericana de Buffalo en 1901, el mundillo de los vaudeville y los primeros treinta años del siglo XX en Nueva York, la Babel de acero y concreto, desfilaron como resplandores de fogonazo por el bruñido espejo. Sin un lenguaje de arrobo ni oscilaciones de intensidad que fueran marcando cotas de mucho climax, Chiquita se deja leer sin ejercicio de obligación. Pero cuidado, que donde autor y jurado dicen ver una simbiosis entre realidad y ficción, se puede detectar y sin esfuerzo quirúrgico – algún que otro pasaje sacado a flote por los pelos.. o por las greñas de Espiridiona Cenda chorreando agua sobre el lomo de Cuco, su Manjuarí devenido rescatista en el rio Sena.

Un jurado presidido por el nicaragüense Sergio Ramírez, quien 10 años antes había ganado la primera edición del Premio compartiendo recompensa con el también cubano e hijo de gato y por extensión, cazador de ratones, Eliseo Alberto Diego, vio más méritos en el manuscrito del cubano Antonio Orlando Rodríguez que en los restantes 510. No es que vamos a confiar en el fallo de un jurado con la obediencia medieval que se debía a los Concilios de Letrán, pero se siente compensado uno al ver, una vez más, la obra de un cubano acaparando el ámbito literario de Hispanoamérica y los cintillos de las páginas y noticieros culturales. Más no pasemos por alto que no es este un oficio de, ni para multitudes escribo para las grandes minorías, diría alguna vez Juan Ramón Jiménez y que no hay premio alguno que defina quien dará la zancada sobre el tiempo y quien perderá el paso con la zancadilla de las estaciones.

Mira si yo te querré , Chiquita, que de mi título al tuyo este honor literario extenderé, parece decirle a “la muñeca viviente” la voz impresa de Luis Leante, el Premio Alfaguara del año anterior, y nada más.

miércoles, 25 de febrero de 2009


La historia sin fin

Hay defensas que condenan. Tito Rodrigo Aguilar, abogado y ¿¡politólogo ¡? costarricense hizo un intento fallido en ara de salvaguardar la silueta de Ernesto Che Guevara en el segmento Foro, de la Sección Opinión del periódico La Nación de Costa Rica, este último sábado 21 de febrero. Sin alimentar expectativa ni predisposición, por el título de su comentario: “El Che nunca morirá”, esperé la llegada de argumentos que lejos de pretender ser novedosos, fueran al menos románticos, quijotescos, interesantes. Pero ni eso. No quedará un solo contorno defendible – y definible – del guerrillero argentino en camiseta alguna si nos dejamos llevar por el manoseo y descalabro verbal del señor Tito Rodrigo Aguilar: como aurora boreal se disipará el heraldo. Con cuatro milenios de buena literatura ya se hace difícil escribir un buen poema de amor. Así es que un caldo mal pensado y peor redactado se bautiza como galimatías en una página impresa.

Para no decir que el señor Tito Rodrigo Aguilar – además de buenos contactos en La Nación – no tiene ni la más lejana idea de lo que es redactar un texto argumental y gramaticalmente coherente, diremos que ha dejado la impresión de que urgido como estaría por los trajines y compromisos del descanso sabático y dominguero, pretendió salirle al paso desde el portal de su casa y sin tiempo para vestirse, al economista y filósofo francés Guy Sorman, quien dos días antes, en ese mismo espacio, había deconstruido impecablemente esa impoluta imagen que del Che Guevara pretenden vender los gobiernos de la izquierda fundamentalista latinoamericana.

El abogado y politólogo sibilino Tito Rodrigo Aguilar, ensalzó la leyenda guevariana con una ráfaga de argumentos que hace décadas marca el territorio de los paraísos reservados al hombre en la tierra – para decirlo a la manera de J.L Borges : el territorio de los paraísos perdidos. Es tan hueco, decadente e infantil su túmulo de razonamiento ajeno, que sus inadecuadas usurpaciones le contradicen.

Después de la desinformada aventura boliviana del Che – pretender reformar agrariamente un país que ya lo había hecho casi 15 años antes de que nadie lo mandara a buscar allí jamás se levantó un fusil en esta América nuestra para defender a los pueblos oprimidos, pero si muchas veces para convertir en tragedia nacional el tiroteo, y bautizar la región como tembladera económica, política y social. Tito Rodrigo Aguilar tuvo el honor de conocer al Che en cierta parte de este Planeta suspicazmente no suelta prenda el hombre, como si se tratara de alguna parte de este Planeta solo conocida por él, pues ya murió el otro que la conocía – y tuvo también la suerte de vivir para contarlo. Otros no hubieran querido sufrir semejante honor, para poder contar otras historias que quedaron truncas, desvanecidas en el rojo intenso que matizaba los muros de los fosos en la Fortaleza de la Cabaña, cuando aun revolución era palabra que no solo sonaba bonita en el oído del pueblo cubano, sino que le dejaba al Héroe de Santa Clara el camino abierto al rio de sangre.

Y para variar – para no ser menos ofreciendo más de lo mismo –, este abogado, polizonte político con nombre y redacción de taxista, culpa a los Estados Unidos de la miseria cubana: ¿miseria material, espiritual, existencial? No especifica, por lo que infiero que se refiere a todas. ¡Una vez más es culpa tuya que mi casa hieda, pero aun así, mi casa hiede soberanamente, y soberanamente se deshace, implosiona, perece !! ¿Será este el slogan que glorifica el subconsciente de Tito ? Si así fuera, la equivocación sigue marcando un ángulo de 180 grados porque Cuba está tan grave que necesita ayuda hasta para autodestruirse.

Los tiempos han ido cambiando, se aventura a escribir crípticamente el politizado jurista en su penúltima parrafada sin saber lo que escribe, sin siquiera notar que el efecto boomerang existe, que no nos alcanza con su buena fe – si la tuviera – porque su mala defensa condenará aquellos huesos que todavía dan salario, y que no hay forma de matar, porque no puede morir lo que no es vida ni vivir lo que nos quita el aliento para defenderla.

jueves, 19 de febrero de 2009

Hasta Tasmania a pie..

El pasado 8 de enero, sobre la 1:20 minutos de la tarde, un aparato “saca-tripas” del Parque de Diversiones de La Uruca, en San José de Costa Rica, demostró que la tele-transportación, la desintegración molecular y ulterior reintegración en sitio ajeno al original, aunque no se ha logrado concretar en animales superiores ni inferiores es ya un hecho realizable en la pantalla grande entiéndase la vida real – con elementos metálicos forrados de tuercas, tornillos, brazos hidráulicos, soldaduras y arandelas. Se desconoce aún cual de los “saca-tripas” del emblemático Parque de Diversiones de San José de Costa Rica logró consumar la hazaña, pues los medios informativos locales y foráneos se niegan a reportar el acontecimiento; pero cosa extraña, se conoce fidedignamente el sitio del reacomodo del férreo paquidermo: Canal 33 – de Televisora local – ¡¡ y se sabe que el aparato estaba en el minuto clímax de su funcionamiento, tanto en el momento de la fuga como en el del resurgimiento !! Triste coincidencia, también ese 8 de enero, sobre la 1::20 minutos de la tarde, un violento terremoto sacudía toda Costa Rica – menos su Canal 33 – cercenando para siempre las realidades y los sueños de casi un centenar de personas, niños incluidos, que quedaron sepultados instantáneamente por el desplome de casas, carreteras e instalaciones, o por los ciclópeos desprendimientos en las laderas de las montañas cercanas al epicentro. Y no vamos a hablar de aquellos que seguirán viviendo con el alma enterrada junto a los que murieron.

Suertuda como es, la productora de televisión, cocinera, cantante, comunicadora y criadora de perros en pelotón todo en minúsculas, y además ¿¡quien dijo que no es posible mezclar el arroz con mango ?! Jill Paer, al tiempo que recibía en vivo las señales del lente de las cámaras, desde un estudio del Canal 33 de la televisión tica, disfrutaba de lo lindo con los vaivenes del “saca-tripas” fugitivo, mientras el mundo se le venia encima a tanta gente en similar momento. Pero claro, Jill Paer, enclaustrada como estaba en sus evoluciones, nada sabia del Terremoto, y al terminar su sesión de contorsionista frente a la pantalla chica, salió corriendo para Tele Tica a entregar en ofrenda generosa y con el noble propósito de incrementar su rating, las graciosas imágenes que revelaban su encuentro cercano de primera clase con el “saca-tripas” ¿ de oblonga figura ?. Más no siempre florece la cochambre, y Tele Tica, por esta vez, supo discernir hasta donde llega la libertad y donde comienza el libertinaje.

Pero Jill Paer sabia que si una puerta se cierra es porque otra se puede abrir, y con resolución de Padre fundador de nación, decidió consumar el capítulo bufo de su aventura mitad mímica-mitad muletillas, metiendo el paquetazo en la Red de Redes. ¡ Y allí estaba el tubo (You Tube) para ayudarla a traspasar fronteras..y sensibilidades – claro, si eran ajenas !!, a tal extremo, que ahora mismo “el videíto” reporta más de 200 000 visitas, para orgullo sin bochorno de su progenitora, y magistral vendetta . ¡Y no conforme con el curioso revoltijo de frases y movimientos que entre ella y su padre – también presente en el estudio televisivo – espontáneamente improvisaron en vivo frente a la teleaudiencia mientras el “saca-tripas” los removía, decidió darle al tema un toque lúdico y festivalero, mezclando las imágenes y las palabrejas con buen estilo Tecno Remix, para subir al tubo otro jocoso video, casi a la manera de un video-clip !!

De no haber sido por el “saca-tripas” en estampida molecular que apareció intempestivamente en el Canal 33 de la televisión local , cualquiera pensaría – dada la coincidencia en horas , minutos y microsegundos – que los graciosos videos de Jill Paer se montaron con imágenes filmadas en el instante preciso en que el mundo se le venía encima a tanta gente, devorada por la violencia del Terremoto que estremeció a Costa Rica el 8 de enero de 2009. Más no hay reproches para Jill Paer, quien según evidencias circunstanciales, justo al salir de Tele Tica, subió sus bodrios al tubo, se enganchó los audífonos con música celta y desapareció en el acto – ¿tele-transportada? – , para reaparecer un milenio después, en Tasmania … y con memoria y retina frágiles.

domingo, 15 de febrero de 2009

Buena suerte Pancho

Cobarde como soy para enfrentar estas cosas, llevo 2 días tratando de escribirle a Pancho, de dejarle – sin abandono – nuestro cariño familiar en la cuartilla, atado con un beso en el hocico, sin tener que partirme la mejilla con una lágrima hirsuta, ni el pecho con un dolor de lujo. Y ya ven, apenas tecleo los umbrales del texto, se me estruja la mano y la conciencia me agrede sin misericordia. Porque Pancho merecía más de lo que pudimos darle, y nunca fue mayor la culpa que cuando estuvo más cerca de nosotros, pues lo más lacerante ha sido reconocer que de nosotros, no importa que forzada, conoció el dolor insoportable que siempre dejan las despedidas definitivas. Todavía proyecto con el eco en la memoria su ladrido de infante despreocupado; con este nudo casi gordiano en la garganta, su mirada siempre agradecida – de infinita confianza – ,su abulia pueril y su manía de querernos desesperadamente. Cobarde como soy para enfrentar estas cosas, estoy tratando de escribirle a Pancho, de dejarle – sin abandono – nuestro cariño familiar en la cuartilla, trabado con un beso en el hocico. Pero no hay forma de evitar que la lágrima corra y parta la mejilla, y que se instale, grosero, este dolor de lujo en el costado izquierdo.. No son muchas ni pocas las palabras que queremos dedicarte Pancho: para consumir la ausencia no hay más consuelo que sufrirla. Te queremos amigo. ¡ Buena suerte !! No temas nuestra ausencia, no repares en el silencio de nuestras voces. Allí en tu nuevo hogar reposa nuestro olor en tu memoria, y te acaricia nuestro pensamiento. ¡ Corre Pancho, corre, y déjate alcanzar también por aquel niño!! Pensando lo feliz que yo sería si pudiera ser (una vez más) tu compañero / se feliz / como si yo estuviera contigo / ¡No tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo! (1)

(1) Walt Whitman.