domingo, 17 de febrero de 2013

Rebelión en La Comarca y un bolero que te salve la vida.


 
Rebelión en La Comarca y un bolero que te salve la vida. 
         Un escritor con nombre de bolerista acaba de rechazar un premio literario que concede el suplemento cultural Áncora, del diario La Nación, el de más peso en la comarca. La causa, según él: “…irreconciliable divergencia política e ideológica con la línea editorial de ese diario, a la que considero falaz y tendencioso en el tratamiento y cobertura de la información nacional e internacional, incluida la del ámbito cultural y artístico”. Cuestión de criterios, pero además, el premio no incluye cheque. El leitmotiv de la perreta no se vincula con las pistas que aporta la clásica sentencia yanqui, la incontrastable fallow the money, porque aquí de money no hay un cinco. Por tanto, la gallardía es dudosa y nada cuesta hacerse el tipo duro. ¡Ayy, ya quisiera verlo envuelto en el mierdero periodístico cubano para que aprenda lo que es falacia y manipulación descaradas de la información! Y ya quisiera verlo atreverse a tanto allá. Porque si allá viviera, a no dudarlo, lo que aquí piensa allí no lo pensaría, y lo que aquí dice y hace, en Cuba huevos para hacerlo no tendría. Ahora mismo, en la antilla más grande, el escritor Ángel Santiesteban (y del que ya desearía este, aunque fuera de lejos, salpicarse con algo de sus creativos sudores) se pudre en una cárcel apenas por protestar contra ese régimen que teóricamente también se opone a las doctrinas neoliberales y con el que, deduzco sin mucho análisis, tantísimas simpatías debe tener este Fernando Contreras que comer frutas no sé, pero boleros no creo que cante. Según aquel que hereje cree ser:Mi libro Fragmentos de la tierra prometida es una sincera y apasionada denuncia del daño que las políticas neoliberales, defendidas explícitamente por ese periódico, le han causado a nuestra sociedad y, particularmente, a los sectores más vulnerables de ésta” Primero, según edición 2012 de la Real Academia Española de la lengua, ese “ésta” ya tilde no lleva, y segundo, sería bueno que en ara de desmontarle ese adoctrinamiento que lo enceguece, La Nación publicara sin dilaciones la carta d su ahora público contrincante. En un país democrático, y este es el caso, un premio literario, venga de la institución que venga, no es otra cosa que un reconocimiento a la calidad de una labor creativa. Eso parecer no saberlo él. No estamos hablando de un premio que concedió un rotativo de Corea del Norte. Hace unos años de este señor leí un buen borrador de lo que pudo haber sido, quizá, con un poco más de paciencia, una buena novela: “Única mirando al mar”, y hasta ahí las clases. ¿Se atrevería este utópico Tomas Moro de los tiempo que corren a rechazar los 150 000 toletes verdes que ofrece Alfaguara en su premio anual de novela o los tantísimos de Seix-Barral, por divergencias ideológicas con los directivos de la primera y herederos de Carlos Barral en el segundo caso? ¿Se atrevería a rechazar los 125 000 euros del Premio Cervantes o el ¡one million dollar baby! del Nobel por similares causas, y además, por haberse atrevido aquellos, por ejemplo y para no ir muy lejos, a otorgarle semejantes reconocimientos a Mario Vargas Llosa, neoliberal consuetudinario? En ocasiones se impone pensar las cosas más de una vez antes de tomar decisiones. La arrogancia ondeará siempre donde el viento no sea lo suficientemente fuerte como para tumbar un asta. La valentía no se vale cuando se muestra la pechuga ante rival famélico, intrascendente. No por gusto se llama como se llama el hombre: hay algo de bolero en todo esto.