sábado, 10 de diciembre de 2011


eL hOMBRE nUEVO


      En cuanto a emociones y actitudes somos más o menos lo mismo desde que al primer sapiens se le ocurrió arrascarse la cabeza y tomarse la barbilla entre los dedos de la mano izquierda antes de sonarle un soberano mazazo en la mollera – con la mano derecha – a un mamut malherido. Y en las mismas estuvimos durante medio millón de años, aproximadamente, hasta que surgió, pudiéramos decir por generación espontanea, el nuevo sapiens, es decir, El Hombre Nuevo, en una isla del Caribe, para mejorar las coordenadas. Tanto se intentó que al final se logró, se fomentó, se solidificó cual magma volcánico milenario – y no poco trabajo costó – El Hombre Nuevo (y que no falten las mayúsculas) en Cuba. Diría más, diría yo que en Cuba El Hombre Nuevo se agigantó cual atadero de montañas que cordilleras formó, de mierda. Ahora bien, Justo es más que un nombre de guajiro y siendo así, justo es reconocer que no es poco el mérito de la hazaña. No es poca cosa un salto evolutivo de magnitud semejante. Medio millón de años comiendo basura. No es cosa que apoca deconstruir un país entero en apenas cincuenta años, pieza a pieza, paso a paso, reconcentrándose en la faena, sin apuro, invirtiendo – y dale con los gerundios – martianamente los términos, es decir llamando al mundo para que lo vean a uno demoler, meti/culo/samente lo que un día fue – fuimos – y ya no somos y quién sabe si a estas alturas de geografía histórica no volveremos a ser nunca jamás, para llegar hasta El Hombre Nuevo. Aunque fe que no falte: si ellos pudieron derruir, por qué no podremos nosotros reconstruir. Para no desentonar con la configuración del paisaje autóctono, rural o urbano, lo mismo da, de la Cuba de hoy, apuntaremos que El Hombre Nuevo es una carreta de bueyes llena de desparpajo en los enseres de crianza, una pieza digna de la atención de los más potentes reflectores, esponja sin Bob, megalómana, que absorbe todo lo que huela a "metralla" foránea, justificación del salario de aquellos lingüistas que, contra viento platanero o marea de Malecón habanero, a capa roída y espada mellada o dándose de cabezazos contra el muro de las lamentaciones domésticas, defienden todavía la armonía y belleza de nuestra lengua materna. En fin, que mejor detengo la enumeración porque una rima pobrísima me sale y hasta puedo llorar de la emoción. Tiemble el enemigo que amenaza a convertir en polvo lo que amamos (aunque rezuma un cierto y rancio sabor de gesta, esto me suena más a cantar o canción pero no de Los Nibelungos ni de Rolando); en fin, por segunda vez, y concretando, enmaraña´o como estoy de mala manera esta noche con los gerundios y volviendo a la idea que trunca quedó entre tiemble y amamos; si usted ve un pullover o camisa con más letreros y colorines que una valla publicitaria de la Pepsi, que nadie intente profanar su destino incierto: esa le pertenece por entero a El Hombre Nuevo cubano. Si usted ve unos jeans resbalando a mitad de nalgas en un maniquí de tienda barata, no permita que mortal no criollo le arrebate a El Hombre Nuevo el privilegio de imitar la indecencia del plástico, compré esos jeans de pulguero ipso facto, y envíeselos a cualquier Hombre Nuevo isleño. Salvando las diferencias de contenido, no así de forma, El Hombre Nuevo es el más celoso y entusiasta practicante del trocadero de cabezas de Thomas Mann. Lo que no se sabe aún es como llega a sus hombros la cabeza del maniquí encueruzo. Pero de que llega, oye, ¡llega!; no hay más que ver los gestos y meterle oreja a la logopedia de El Hombre Nuevo para comprobarlo. Así las cosas y después de cincuenta años de experimentación para llegar a este nuevo escalón evolutivo – La Hombruna Novedad – es muy probable que dentro de otros cincuenta años, si el ritmo evolutivo actual se mantiene en esa ínsula caribeña y estos ojos me alcanzan para verlo (lo cual no creo) asistiremos al nacimiento (aunque ya no por cría espontanea, sino por progresión en reversa de la especie) de El Hombre Nuevo habilis, paso previo para llegar a El Hombre Nuevo erectus, paso más chévere antes de reencontrarnos con El Hombre Nuevo Australopitecos, y así sucesivamente...

P.D: En homenaje al reguero científico, aclaro que en salto con garrocha de los tiempos, Cuba quedó, como todo el mundo sabe, por encima del listón ecuatorial, por lo que las similitudes con el Australopitecus originario serían solo físicas y mentales.