martes, 22 de marzo de 2016

No era Jack Nicholson, pero mejor imposible.


No era Jack Nicholson, pero mejor imposible


    El monarca que administra la isla de Cuba enclaustró las palabras de Barack Obama entre las paredes del raquítico Gran Teatro de La Habana. Sabía que la televisión haría lo suyo, pero quiso que el discurso del presidente de los Estados Unidos naciera, digamos, sin eco. Semejaban las paredes del pequeño Gran Teatro una recámara contra impactos, la platea un enjambre de maniáticos entrenados para minimizar el choque con lo incontrastable. El hermetismo de la estancia, sin embargo, permitió que el presidente de los Estados Unidos de América desenvolviera con todo garbo el papel de regalo en que envolvió las 4 duras verdades que a Raúl Castro – la claque: paisaje – obsequió. Un poco más y se las canta al oído. No era Jack Nicholson quien hablaba, pero mejor imposible.