viernes, 28 de septiembre de 2012

Karina Bolaños: de Maximilien Robespierre a Joseph Fouché.


 
Karina Bolaños: de Maximilien Robespierre a Joseph Fouché.

        La profesora de francés Karina Bolaños fue, mientras pudo, Viceministra costarricense de Cultura y Juventud para el gobierno de Laura Chinchilla. De juventud algo le queda, si no en la cartera del gabinete de gobierno, al menos en las curvas y promontorios que tornean su cuerpo. Demostrado quedó por primera vez en el insulso video que le dedicó a su amante y la mandó a la calle. Digo yo que el despido debió ser por la falta de creatividad y los bajos niveles de estrógeno que mostró ante la cámara. Sea como fuere, el caso es que le alcanza todavía con las elipses y meandros que describe su figura para seguir ganándose la vida con oficio no tan cubierto textilmente como aquel que ejercía en el vice ministerio. Es decir que ahora más que antes demuestra su apego a la mancebía del departamento gerencial que abandonó. El esposo cornudo – un politiquero de la comarca – a su hora declaró: no lloré cuando mi papá murió, porque yo sabía que él iba para el cielo (…) pero con esto que Karina me hizo, me encerré tres días en un cuarto a llorar. Con semejante portento de blandenguerías declaratorias, señalado quedó que entre la devoción cristiana y el infantilismo, no era mucho el espacio que el hombre dejaba para hacerle a su hembra trabajos más dignos que los de oficina, por tanto, merecido tenía que le pegaran los cuernos.  Después: el Armagedón: ¡tres días de flojera llorando los frutos de su cosecha! ¿Y sus impostergables asuntos laborales como diputado de la comarca, qué? ¿Cómo se justifican legalmente tres días de flojera y penitencia para alguien que gana en tres días lo que yo en un mes? Retomando a la Karina, no sobra decir que, si bien algo de anatómica frescura le queda; la notable sequía que muestran – más allá de las improvisaciones en ropa interior frente a la web cam –  sus valores éticos y sus principios,  le cuartean irremediablemente el oleo al retrato que, tarde o temprano, todos colgamos en la pared de la vida. Y no lo digo por su conyugal infidelidad – que eso inmoral no la hace, ni carente de valores – sino por su estatal infidelidad. No se muerde la mano que te da de comer, reza un geriátrico refrán que Karina violó con alevosía. Si el escándalo por aquel  anti erótico video no hubiera explotado, la lengua de Karina estaría ahora mismo humedeciéndose dentro de su boca, y no despotricando contra la presidenta del gobierno del cual ella, hasta hace muy poco, formaba parte. Son más dudas que certezas sobre su conducta lo que escupe Karina con sus palabras. La revista española Interviú le ofreció generosa bolsa por doble función: revelar sus carnes y soltar la lengua hasta pisársela. Y Karina, creyéndose vedette, aceptó. Es poco lo que a la cultura tica aportaría Karina de haberse mantenido en su vice ministerio cuando ante todas las luces – urbanas y de urbanidad – desconoce la señora la máxima que apunta: Roma paga a los traidores, pero los desprecia. Bien haría Karina Bolaños en retomar la senda conyugal con su amorfo politiquero, y bien haría aquel en perdonarle el desliz. Son uno para el otro, tal para cual.