jueves, 29 de noviembre de 2012

Estafa.



Estafa.
      En los últimos tiempos antediluvianos a lo más que he podido aspirar en avistamientos de dinero no salarial es a 2000 colones, digamos 4 dólares para aquellos que en la comarca no viven. Fue un encuentro cercano de primera clase con un billete arrugado que soñoliento se adormecía sobre un adoquín de bulevar, aquí, en San José de Costa Rica. Dos años se han escurrido ya desde la grata colisión visual que se trocó en modesto pote industrial repleto de cremoso helado. De fresa y chocolate, para abundar en detalles, cinematográficos además. Hace unos días, pasadas las 12 d la noche y viendo lo que nunca, la tele, me enredé con programa de baja estofa en canal nacional (9), en el que ofrecían 500 dólares a quien adivinara oculto rostro humano entre las piezas del rompecabezas que felina figura formaba. Localizada la imagen de rostro sapiens me dispuse a llamar. Tomando en cuenta que probablemente volverá la fortaleza de El Morro a ser de cartón antes de que encuentre yo en la calle otro billete de cualquier denominación, no era mala idea ganarse 500 dólares por acertado veredicto y certero timbrazo. En el estudio del programa no sonaba teléfono alguno, la presentadora se quejaba por ausencia de quórum auricular y aun así, mis llamadas nunca entraron. No obstante, en cada intento que hice (4 o 5), teóricamente lograba comunicar, pues aflautada voz femenina en recorder me anunciaba que ¡ya está usted participando en GanaMillones! Le recordamos que esta llamada tiene un costo de 950 colones (casi 2 dólares, para lector no nativo) Jamás pasaron mis llamadas a estudio, pero los 2 dólares por cada llamada, se cobraron sin falta. Conclusión: atraco a mano desalmada. Me pregunto cuantos cientos de llamadas desviarán hacia la nada de similar manera antes de permitir la entrada de alguna al estudio. Deduzco que esos 500 dólares serán entregados a quien la suerte le acompañe después de haber recaudado el programa y el canal por extensión, varios miles de dólares con el engaño. ¿Cómo es posible que las instituciones encargadas de velar por la transparencia necesaria en este tipo de manejos, no tome cartas en el asunto? ¿Cómo es posible que a un canal  televisivo de la nación se le permita fabricar semejante patraña ante la vista, paciencia e indiferencia de las autoridades, digamos judiciales de este país? ¿Quién paga por la estafa? Hasta ahora, pagando está mi bolsillo, y supongo que el de otros tantos miles de crispados habitantes de este país.